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Casablanca, ciudad moderna con intolerancia a la homosexualidad

En Marruecos castigan la homosexualidad con multas que pueden ir de los 200 a los mil 700 pesos y con penas de prisión de entre seis meses y tres años CASABLANCA, Marruecos (Notimex/Luca Pistone).- Casi todos los países africanos consideran la homosexualidad un delito muy grave. Algunos, como Mauritania, Somalia, Sudán y Nigeria, prevén pena de muerte para los homosexuales. Otros, como Uganda y Sierra Leona, cadena perpetua. Y hay otros, como Marruecos, que son más suaves.

En Marruecos lo castigan con multas que pueden ir de los 200 a los mil 700 pesos y con penas de prisión de entre seis meses y tres años. Ali es el nombre falso de un joven marroquí de Casablanca que no quiere ser identificado; ya ha tenido que lidiar con la justicia de su país porque es homosexual, y sólo consiguió liberarse tras negar hasta la extenuación su orientación sexual real.

El Código Penal de Marruecos, un país con una población mayoritariamente musulmana, castiga con multas y cárcel a quienes practican “actos lascivos o antinaturales con individuos del mismo sexo”, tanto en público como en privado.

Ali, quien pide no revelar su profesión, acepta ser entrevistado en el apartamento de una amiga en el centro de la ciudad. Necesitamos una larga charla para que se tranquilice, para asegurarle que ni él ni su familia sufrirán represalias de ningún tipo.

- Ali, ¿puedes hablarnos un poco acerca de ti?

Veamos… Tengo 23 años, nací y crecí en Casablanca y soy homosexual. Vivo con mi familia, una familia tradicional, musulmana y practicante, pero esto no impide que vivamos todos bajo el mismo techo. Saben perfectamente que soy gay, salí del armario a los 16 años en presencia de mi padre. Fue muy difícil para él, y para mí también.

Este tema ha sido siempre un poco tabú; de hecho, nunca hablamos de ello. En cambio con mi madre, mis hermanos y mis amigos no tengo ningún problema de hablar de ello. Incluso les he presentado a los compañeros que he tenido a lo largo de los años. Siempre los han adorado.

Puedo considerarme muy afortunado en comparación con muchos otros jóvenes gays que viven en Marruecos: para algunos de ellos la homosexualidad se convierte en una tragedia. Los alejan de sus familias y terminan en la calle; tienen que hacer todo tipo de trabajos para sobrevivir y muchas veces terminan teniendo que prostituirse.

-¿Qué riesgos corren los homosexuales en Marruecos?

Si eres homosexual corres el riesgo de ir a la cárcel. Aquí, homosexualidad y prisión son sinónimos. Si te pillan in fraganti te mandan a la cárcel directamente, sin rodeos. Si te persigue la justicia y reconoces que eres gay, es aún peor. Los abogados no pueden hacer nada. Si en cambio te persiguen, niegas ser gay y dejas que hable tu abogado, entonces puede que te liberen.

Te arriesgas a pagar multas que van de los 120 a los mil dírhams y a penas de prisión de entre seis meses y tres años. Y eso por ser gay, no por haber violado o matado a alguien. Hay varios colectivos en Marruecos que defienden a la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), pero a menudo se aprovechan para recibir fondos internacionales.

Recientemente se organizó una sentada en Rabat en apoyo de dos adolescentes que se besaron en público. Pero sirvió de poco...

- ¿Te han llevado alguna vez ante la justicia por ser homosexual?

Hasta el año pasado convivía con un hombre más grande que yo. Hacía tres años que vivíamos juntos y decidimos alquilar un par de semanas un pequeño apartamento en una ciudad turística. Es un lugar agradable y tranquilo, pero lejos de las grandes ciudades. Nunca mostramos en público que éramos pareja, y sin embargo los vecinos nos insultaban de día y de noche, nos tiraban la basura contra las ventanas.

Querían llevarnos a la policía pero nos avanzamos yendo a la comisaría más cercana. Tuvimos que jurar que no éramos pareja. Afortunadamente los policías nos creyeron y advirtieron a los vecinos de que nos dejaran en paz, de lo contrario se tendrían que enfrentar a un juez.

En todo Marruecos la homosexualidad es un tabú. En lugares como Casablanca los gays son tolerados hasta cierto punto, hay un mínimo de libertad. Como mucho te insultan, te gritan. Casablanca es una ciudad moderna, la gente está dispuesta a cuestionarse las cosas, aunque dentro de casa es mejor que no sepan nada, no tienes que meter la nariz en casa del vecino. Pero fuera de Casablanca es otra cosa...

- ¿Qué papel juega la religión en la represión de los homosexuales en Marruecos?

Estoy seguro de que todos los problemas que existen en el mundo están relacionados con la religión, y en el caso de Marruecos hablamos claramente del Islam. Por supuesto que aquí la situación de los homosexuales no es tan grave como en Somalia, donde te pueden matar, o en Uganda, donde corres el riesgo de acabar en una celda pestilente de por vida.

Nuestras leyes se basan en el Islam, y lo más absurdo es que hay muchos musulmanes creyentes; y cuando digo que son creyentes quiero decir que realmente lo son, que hacen las cinco oraciones, que hacen el Ramadán y que incluso hacen oraciones adicionales, pero que son homosexuales y tienen una vida sexual muy activa.

Conozco a bastantes, defienden el Islam diciendo: “Estamos haciendo algo que no está bien, si nos aferramos a la religión es para recibir el perdón más adelante”. ¿No es absurdo? Y no hablo sólo de musulmanes en vaqueros y camisa, sino de musulmanes con jalabiya (largo vestido tradicional árabe, que llega hasta los tobillos) y barba larga.

- ¿Qué sueños tiene para la comunidad homosexual de Marruecos?

No soy un iluso, nunca lo he sido. No sueño con el fin de la persecución de los homosexuales, me limito a esperar la evolución de nuestros derechos. Sueño con no correr el riesgo de ir a la cárcel, porque es realmente ridículo, no tiene sentido. Esto es algo que se debe hacer cuanto antes, es una parte imprescindible de nuestros derechos.

Nunca veré la legalización del matrimonio gay, de eso estoy seguro. Tal vez las futuras generaciones lo verán, pero todavía faltan muchas, muchas décadas. Sueño con poder casarme algún día, pero claramente no será aquí. Sueño con ser padre, pero lo veo tan difícil que por el momento prefiero no pensar en ello.

Sin embargo, Marruecos es mi país, amo a mi país y espero que un día el hijo que voy a tener en algún lugar pueda crecer en la tierra de su padre.

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