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Esclavitud, práctica que persiste en zonas rurales de Níger

Oficialmente en Níger la esclavitud fue abolida en 1960, pero hasta 2003 no se promulgó una ley estatal para criminalizar las prácticas esclavistas. Sin embargo, el fenómeno persiste en todas las regiones del país NIAMEY, Níger (Notimex / Luca Pistone).- Oficialmente en Níger la esclavitud fue abolida en 1960, pero hasta 2003 no se promulgó una ley estatal para criminalizar las prácticas esclavistas, castigándolas con fuertes sanciones que pueden llegar hasta los 30 años de prisión. Sin embargo, el fenómeno persiste en todas las regiones del país.

Sobre todo se percibe en las zonas rurales, donde las palabras tierra y esclavitud están, desgraciadamente, vinculadas. Los habitantes del pueblo de Loidané corren el riesgo de perder sus tierras, cultivadas desde hace quién sabe cuántas generaciones, porque son descendientes de esclavos.

En su momento, eran esclavos sus padres, y hoy lo son ellos. Mientras tanto, las autoridades parecen hacer oídos sordos a las denuncias de las asociaciones que luchan contra la esclavitud.

En todo el Sahel se repite un guión como este: “Yo soy un Traore y tú, un Keita, eres mi esclavo”. Traore, Keita y Coulibaly son algunos de los apellidos más comunes de la región. Se trata de pocos apellidos que incluyen a millones de personas.

Antiguamente los Keita eran esclavos de los Traore, los Coulibaly eran esclavos de los Keita y así sucesivamente. Hoy en la ciudad se bromea sobre la esclavitud, pero en las zonas rurales el asunto es mucho más serio: basándose en tribus y etnias, los hay que aún reclaman derechos sobre las personas y sus pertenencias.

Es lo que ocurre en Loidané, un pequeño pueblo que está a unos 50 kilómetros de la capital, Niamey. Loidané tiene poco más de mil habitantes, cuyas casas y actividades se desarrollan en un camino de tierra y en los vastos campos que se abren a ambos lados.

La gente de Loidané es de etnia Gourmantché –muy difusa en Níger, Burkina Faso, Togo y Benín-, y trabaja la tierra con gran dedicación. Entre ellos hay quienes juran que los Gourmantché se asentaron en Loidané en 1700.

Gran parte de la propiedad de la tierra en Níger no está reflejada en los registros. Generalmente una presencia duradera en el lugar reemplaza ese pedazo de papel, es decir, el certificado de propiedad. Generalmente, no siempre.

Algunos ricos Peul -otra etnia extendida en la región- quieren aprovechar estas lagunas burocráticas para quitar las tierras a los Gourmantché de Loidané. ¿Cómo? Argumentan que antiguamente los Gourmantché eran esclavos y que, por lo tanto, hoy sus descendientes no pueden tener tierras en propiedad.

Para convencer a los Gourmantché de la bondad de su tesis, estos Peul, conocidos por su soberbia y astucia, se sirven también de policías corruptos que aterrorizan a la población.

“¿Ves todo esto? Es el regalo de los policías que nos han mandado los Peul para intimidarnos”, dice Amir señalando los cartuchos de calibre 19 mm que su cuñado Yossouf tiene en la palma de la mano: “Dispararon a la altura de la cabeza pero no hirieron ni mataron a nadie. ¿La próxima vez tendremos tanta suerte?”.

Amir, el viejo jefe de la aldea, ya no sabe qué hacer: “Quieren quitarnos nuestras tierras, unas tierras fértiles y bendecidas. Siempre las hemos cultivado con mucha dedicación y esfuerzo, desde hace cientos de años, pero ahora se han dado cuenta del valor que tienen y nos la quieren robar por la fuerza. Dicen que somos esclavos, pero se trata de una cruel artimaña”.

El último ataque en Loidané ocurrió hace unos 10 días, y las amenazas de hombres armados, que a menudo ni siquiera se toman la molestia de quitarse los uniformes para ocultar su identidad, son cada vez más frecuentes. Los habitantes de Loidané han recurrido a Timidria, una asociación de Níger que lucha contra las prácticas esclavistas en el país.

Timidria y su equipo de abogados han llevado a los tribunales a dos Peul, acusados de ser los autores intelectuales de las agresiones, y a algunos miembros de la administración local, acusados de corrupción. Se espera que la sentencia llegue a finales de noviembre y Mohamed Almansour, secretario general de Timidria, se siente muy confiado.

“La ley sólo puede estar de nuestro lado. Las víctimas de la esclavitud son sobre todo las comunidades rurales. Aquí hay un aparato legal contra estas prácticas, pero muchas veces no se respeta”, sostiene.

Recuerda que en fecha reciente “estuvo en Níger la inspectora especial de la ONU para la esclavitud, quien hizo recomendaciones al gobierno para que no cierre los ojos y para que no siga permitiendo costumbres contrarias a los acuerdos internacionales. Seguimos recibiendo denuncias y peticiones de ayuda de ciudadanos que viven situaciones similares a las que se vivien en Loidané”, dice el secretario Almansour.

Timidria se ha ganado cierta reputación por el caso de Hadijatou Korau Mani. Esta chica, que vivió en condiciones de esclavitud desde los nueve años, fue finalmente capaz de recuperar la libertad gracias a una sentencia del Tribunal de Justicia de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO).

Hadijatou Korau Mani es originaria de Louhoudou, un pequeño pueblo del centro de Níger. En 1996, a los nueve años, fue vendida por una miseria por su jefe de tribu a un hombre de 46 años.

Su amo la convirtió en una wahaya, una especie de esclava sexual –una wahaya es una mujer de condición servil que toma como quinta esposa un musulmán que ya tiene cuatro mujeres legales-. Hadijatou fue objeto de violencia sexual y tuvo que ocuparse del trabajo agrícola y doméstico.

La joven esclava, como consecuencia de las relaciones sexuales forzadas que sufrió, tuvo tres hijos de su amo. El 18 de agosto de 2005 decidió liberarla. La chica volvió a su pueblo natal, donde se casó con un hombre elegido por ella.

Cuando su ex amo se enteró del matrimonio, decidió denunciarla por bigamia, bajo el pretexto de que no se habían divorciado. Y a pesar de las pruebas que aportó la mujer, relativas al hecho de que su relación con el demandante era de esclavitud y no matrimonial, el tribunal los condenó a ella y a su hermano a penas de prisión.

Timidria se ocupó de la cuestión y la llevó al Tribunal de Justicia de la CEDEAO, en Nigeria. El Tribunal se trasladó a Niamey para el proceso, para ahorrarle a Hadijatou los viajes continuos y costosos entre Níger y Nigeria.

La sentencia, emitida el 27 de octubre de 2008, reconoció que efectivamente Hadijatou fue víctima de esclavitud y que el estado de Níger no hizo nada para liberarla, a pesar de que una ley nacional sanciona esta práctica severamente. El tribunal condenó al Estado a pagar una indemnización de 10 millones de francos CFA (unos 285 mil pesos).

En Loidané hay mujeres que tienen mucho en común con Hadijatou. Durante mucho tiempo han sido esclavas, pero han podido escapar del cautiverio o bien porque han sido liberadas o bien porque se han dado a la fuga para pasar página a su pasado -y han tenido la suerte de tener amos que nunca han invertido muchos recursos para encontrarlas-.

Lami, quien prefiere no nombrar el pueblo del que se escapó ni decir cuándo lo hizo, es una de ellas.

Me escapé de casa de mi amo sabiendo perfectamente lo que me podía pasar si me descubría. Me hubiese pegado hasta matarme. Me armé de valor mirando a los ojos a mi hija: si no me hubiera escapado, todo lo que sufrí durante largos años lo hubiese sufrido ella, aunque su padre fuese también su amo.

“Viniendo aquí, a Loidané, donde tengo a unos primos que nos escondieron a mí y a mi hija, pude rehacer mi vida. Incluso me he casado. También estoy pensando en denunciar a mi amo, ahora conozco un poco mejor la ley”, sostiene confiada.

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