
Recalcó que durante la campaña 2013 “Septiembre, mes del testamento”, el Gobierno del Estado, acorde con lo que establece el Plan Quintana Roo 2011-2016, en el Eje Solidario, brinda facilidades a la población para que ponga en orden sus propiedades y de manera fehaciente, ante un Notario Público, haga constar su voluntad sobre el destino de sus bienes y su patrimonio.
Por instrucciones del gobernador Roberto Borge Angulo, durante este periodo, los derechos registrales no tienen ningún costo, lo que permite la gratuidad del servicio en el Registro Público de la Propiedad y el Comercio, indicó.
El programa es una iniciativa de la Secretaría de Gobernación, con la participación del Notariado Mexicano, mediante la cual, estos profesionales reducen en 50 por ciento sus honorarios.
Indicó que el costo promedio de un testamento es de 7 mil pesos, entre gastos de escrituración notarial y los derechos de inscripción, monto que se reduce a mil 500 pesos en promedio, con la campaña en cuestión.
Por ello, exhortó a la población a que aproveche esta oportunidad y formalice su testamento para garantizar la voluntad del testante y la protección de los herederos a fin de prevenir litigios o cualquier tipo de gravámenes o contradicciones entre familiares, parientes, conocidos u otra persona que se sienta con derecho sobre los bienes o el patrimonio.
Manifestó que existen tres tipos de testamentos: El abierto, el cerrado y el ológrafo.
El abierto, se realiza ante un Notario, donde el testador expresa la última voluntad, en cuanto a la forma que desea repartir sus bienes. Con los datos y reseñas proporcionadas al notario, éste redactará el testamento acomodándolo a las formalidades legales.
Respecto al testamento cerrado, explicó que es aquel que el testador formaliza de puño y letra, y del que da fe pública una autoridad reconocida de la comunidad (el presidente municipal, juez de paz, comisariado ejidal, etc.), manteniendo su secrecía hasta la muerte del testador. Este tipo de testamento es más frecuente en los pequeños poblados que no cuentan con notarios.
Existe también el testamento ológrafo, el cual, exige que esté escrito en su totalidad de mano del testador y firmado por él mismo, incluyendo la fecha (día, mes y año) en el que se redacte. Ha de ser escrito en papel y con bolígrafo (no con lápiz u otros útiles que puedan borrarse) con la letra y la firma habituales, sin tachaduras ni escritos entre renglones.
En este tipo de testamento no interviene el Notario, y tiene como inconvenientes las posibilidades de su falsificación, desconocimiento, extravío o destrucción, así como las incorrecciones jurídicas en las que puede caer el testador, a la hora de expresar su voluntad, Se recomienda, como mínimo, consultar con un abogado a la hora de otorgar este tipo de testamento.
En la actualidad el testamento más recomendable es el abierto, porque cuenta con la intervención de un Notario, quien brinda todas las asesorías jurídicas y las más benéficas para proteger el patrimonio del testador, indicó.