Los cambios en el clima alimentan los conflictos a gran escala y las agresiones entre personas, desde guerras hasta violaciones. Un estudio pionero que publica ‘Science’ relaciona y cuantifica por primera vez los efectos que tendrá en el futuro del planeta.
Refugiados huyen de las llamas en un campamento de Darfur. / Albert González Farrán / UNAMID
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Y lo que es peor, nada impedirá que los humanos sigamos respondiendo con violencia a los futuros cambios que se avecinan: “Si las futuras poblaciones responden de manera similar a las poblaciones del pasado, entonces el cambio climático antropogénico tiene el potencial de incrementar sustancialmente los conflictos por todo el mundo”, explican los investigadores de la Universidad de Berkeley que firman este importante trabajo. Ya no se trata sólo de aire irrespirable, la subida del nivel del mar o la desaparición de especies: para 2050, las guerras, asaltos, revueltas y violaciones se multiplicarán por culpa del cambio climático provocado por nosotros mismos.
En algunos puntos,
la violencia a gran
escala podría aumentar
más de un tercio en 2050
Y teniendo en cuenta los grandes cambios que se esperan para las próximas décadas, el riesgo es severo tanto en países pobres de regiones tropicales como en ricas naciones europeas o americanas. Aunque no del mismo modo, porque los países pobres son mucho más vulnerables a la violencia a gran escala, como explica a Materia uno de los tres firmantes del estudio, Edward Miguel. “No hay duda de que están en mayor riesgo. Por lo que hemos visto, el impacto del clima tiene en estos países mucha más influencia en la violencia entre grupos (como una guerra civil) que en la violencia interpersonal (como delitos), y eso que las tasas de criminalidad aumentan significativamente con temperaturas altas. Además, carecen de los recursos financieros necesarios para hacer frente a muchos desafíos”, asegura Miguel.
Cuantificar el daño
Pero, ¿cuánto crecerá la violencia en el futuro? La ciencia es decisiva por su capacidad predictiva, por lo que analizando lo ocurrido hasta ahora se tendría que poder cuantificar la influencia de este factor. Y han alcanzado una fórmula que les permite señalar cómo afectarán los cambios en el clima a los conflictos humanos. El dato es complejo, tanto como las predicciones climáticas, y no depende de sí mismo: la violencia no se desencadena únicamente por el clima, como es lógico. “No todos los eventos climáticos influyen en todas los tipos de conflictos ni las condiciones climáticas son el único factor determinante de estos conflictos. La influencia del clima es detectable a través de contextos, pero hacemos mucho hincapié en que es sólo uno de los muchos factores que contribuyen”, reconoce el estudio.
Si la temperatura aumenta
0.6 grados en África,
los conflictos crecerían
un 14% en 2050
“Según el modelo climático, podemos encontrarnos con distintos escenarios de violencia en el futuro”, señala el investigador Fernando Valladares, ajeno al estudio de Science, revista que dedica un monográfico poco habitual al cambio climático y sus consecuencias. “En la mayor parte del planeta se esperan para 2050 cambios climáticos de dos, tres y hasta cuatro veces la desviación estándar, lo cual lleva a que en muchas regiones de Europa y América del Norte estos conflictos aumenten un 8% y un 28% respectivamente y que en muchas zonas tropicales de Asia, África y América estos conflictos aumenten mas de un 12% y un 42% respectivamente”, explica Valladares, experto en los efectos del cambio climático del CSIC.
Millones de delitos violentos
Por ejemplo, cada año se cometen unos dos millones de delitos violentos en EEUU: un simple aumento del 8% supondría 160.000 atracos, asesinatos y violaciones más. Desde esta perspectiva, no es difícil imaginar el dolor que causaría que crezcan un 28% las guerras o las limpiezas étnicas en África o Asia. “Es muy interesante comprobar que aunque ciertos tipos de violencia como las guerras civiles son propias de países pobres y muy raras en países ricos, y los crímenes violentos, la violencia policial y los cambios bruscos de líderes son mas propios de países ricos, al seguir todos los tipos de violencia unos patrones de respuesta al clima similares, dan como resultado unas proyecciones muy similares para las distintas regiones del planeta”, analiza Valladares.
“No hay duda de que
los países pobres están
en mayor riesgo”,
asegura el investigador
¿Cuáles son las causas?
Para explicarlo, los autores proponen que se inicien distintas vías de investigación abiertas gracias a las ineludibles conclusiones aportadas por este trabajo. Según explica Miguel, lo primero es prestar una mayor atención a los mecanismos que producen este impacto. “Hay varias explicaciones posibles y probablemente operan a diferentes escalas espaciales y temporales. Por ejemplo, cuando hace mucho calor, hay cambios en la neurofisiología de los individuos que los hace más predispuestos a la violencia. Así se explica, por ejemplo, que las tasas de crímenes violentos son más altos en los años y meses más calurosos”, razona este economista de Berkeley.
El clima afecta a la
economía, la estabilidad
de los estados, provoca
desigualdades y hambrunas
En la agenda de los políticos
En ese sentido, los investigadores abogan por investigar como adaptar las sociedades a las altas temperaturas y las precipitaciones más variables. “Hemos demostrado en nuestro trabajo que la escasez de lluvia y el aumento de las temperaturas se asocian con un mayor riesgo de inestabilidad política en los países africanos. Una aplicación práctica de nuestros resultados sería que los donantes de ayuda externa vigilen más atentamente las condiciones climáticas en esos países e intervengan con proyectos estabilizadores en años de sequía, con el fin de evitar una escalada de conflictos políticos latentes”, afirma Edward Miguel.
Los donantes de ayuda
deberían vigilar más
atentamente los efectos
del clima
Como el tabaco en los años 30: una investigación pionera
Primero se observa cierta relación. Luego, se estudia si existe correlación. Más tarde, llegan las evidencias y las primeras hipótesis plausibles. Y finalmente llega un momento en que el aluvión de estudios científicos que lo confirman se convierte en un diluvio que empapa a toda la sociedad. Es un proceso habitual en las investigaciones científicas que ya sucedió con el tabaco y el cáncer: en los siglos XVIII y XIX ya se había observado cierta coincidencia entre fumadores y enfermos, en la década de 1930 se relacionó el tabaquismo con la disparatada incidencia del cáncer de pulmón y en 1950 un trabajo publicado por el British Medical Journal saltó a las portadas de todos los periódicos.
“Estamos en la misma posición que los investigadores médicos en la década de 1930: tenían evidencias estadísticas claras de que fumar tabaco era una causa directa del cáncer de pulmón, pero no pudieron explicar por qué hasta muchos años después. Del mismo modo, se puede demostrar que los fenómenos climáticos causan conflicto, pero aún no podemos decir exactamente por qué”, afirma en un comunicado el investigador Salomón Hsiang.
Y el estudio que se publica en Science, pionero y revelador, es uno de esos trabajos que marcan la pauta para el futuro. Hsiang y sus colegas recogieron numerosos estudios que relacionaban violencia y clima y empezaron a reexaminarlos para analizar si había causalidad entre ambos factores o únicamente correlación. Realizada la limpieza inicial, pudieron trabajar con 60 estudios concluyentes, realizados por 190 investigadores de todo el mundo.
Estos estudios abarcaban circunstancias ocurridas desde hace 10,000 años hasta nuestros días, y analizaban desde la desaparición de los mayas y el imperio acadio hasta la agresividad de los policías holandeses en la actualidad. Según el especialista en cambio climático Fernando Valladares, este trabajo es importante por el método integrador y exhaustivo de recopilar fuentes muy diversas relativa a las causas de los conflictos humanos y por el interesante resultado: a pesar de lo variado en naturaleza e intensidad de los diversos conflictos humanos, “todos convergen en una señal climática clara y similar, de forma que el aumento de temperaturas o la disminución de las lluvias lleva a un incremento similar en los conflictos y en la violencia dentro y entre grupos humanos”.
El trabajo es pionero en la forma de relacionar conflictos humanos con cambios en el clima y en el tratamiento numérico, explica Valladares. “Combina numerosos estudios previos y por tanto es capaz de trabajar con una respuesta no lineal a cambios en el clima, lo cual se ajusta mejor a lo que cabría esperar según la teoría”, concluye.