(Agencia Materia).- Pocos momentos son más propicios para lanzar un producto que durante los Juegos Olímpicos. Con cientos de millones de personas delante del televisor, cualquier cosa que resalte puede propiciar el chispazo del éxito. Sin embargo, colarse en las pantallas de más de medio mundo no es tan sencillo. Hace falta un esfuerzo económico descomunal, como el que realizan los patrocinadores oficiales, y apoyo de los atletas. Al fin y al cabo, la foto de una estrella del deporte luciendo una prenda o consumiendo cualquier invento puede marcar la diferencia. Para conseguirlo, en los juegos de 2008 la empresa Kinesio Holding Corporation regaló a los deportistas de 58 delegaciones 50,000 rollos de venda elástica de colores.
Los espectaculares cuerpos de las jugadoras de voley playa, los venerados gemelos de Cristiano Ronaldo, ese escaparate humano llamado David Beckham. Un trabajo de marketing de primera clase consiguió colocar estas vendas, con todo tipo de supuestas propiedades beneficiosas, en campos de deportes e incluso piscinas de todo el planeta. Un éxito comercial con pies de barro, si acaso el volumen de ventas dependiera de la verdad científica que respalda los reclamos. “Alivia el dolor. Efecto antiinflamatorio, tónico y relajante. Normalización de la función del músculo. Mejora la circulación de la sangre y de la linfa. Recupera los desajustes de las articulaciones y mejora la propiocepción“, asegura en la versión más comedida y oficial.
Se trata de un vendaje elástico, que se estira hasta un 140% de su longitud original, que funciona al elevar la piel. Básicamente, habría que pegarlo a la piel con el músculo estirado para que al relajarlo la venda genere unos pliegues cutáneos que “aumentan el espacio celular subcutáneo”, “disminuyendo la presión sobre la dermis”, “abriendo los vasos sanguíneos y mejorando la evacuación linfática”, todo según los conceptos usados en los estudios que respaldan sus propiedades. Los primeros, a finales de la década de 1990, y firmados por su inventor: Kenzo Kase, el gurú de los vendajes de colores. Aunque su propia leyenda cuenta que los inventó en la década de 1970, lo cierto es que se puso las pilas con su hallazgo a finales del siglo pasado, blindando en la oficina de patentes de EEUU las características de su venda.
Ha sido después del estallido de popularidad, entre 2008 y 2012, cuando han surgido mayor número de estudios para comprobar si es cierto que mejora el rendimiento deportivo y hace desaparecer dolores en las articulaciones. Como explican en la mayoría de ellos, por ver si merece la pena o si conviene dejar de hacerle perder el tiempo a los fisioterapeutas. La mayoría son poco concluyentes y, aunque algunos reseñan determinadas ventajas puntuales o mínimos beneficios, lo cierto es que cuanto más severo es el estudio más lejos está de probarse un provecho real de su uso. Y es realmente complicado de hacer un diagnóstico global, porque se trata de unas vendas que podrían servir en cualquier músculo, inflamación, tendón o ligamento del cuerpo humano.
Con futbolistas tampoco funciona
El último trabajo que desacredita su utilidad tiene firma española, como gran parte de la literatura médica que se ha interesado por estas vendas, y se ha realizado con deportistas de élite: el equipo de juveniles del Sevilla FC, campeón de España de su categoría. “No tiene sentido usarlo, lo probamos con los jugadores y no sirve, no mejoraban en nada a pesar de que probamos muchas facetas distintas del rendimiento”, resume Moisés de Hoyo, profesor de la Universidad de Sevilla y fisio del equipo andaluz. “Echo de menos conocer el mecanismo fisiológico subyacente que explicaría sus propiedades”, afirma De Hoyo, al recordar que no cuenta ni con evidencia ni con una explicación convincente.
Un repaso sencillo por cualquier buscador de estudios médicos devuelve frases como estas:
En los últimos meses se han realizado un par de metaestudios, un repaso serio sobre todo lo publicado. Uno, publicado en Sports Medicine, concluye que hay “pruebas de poca calidad para apoyar su uso sobre otros tipos de vendaje elástico en el tratamiento o la prevención de las lesiones deportivas”. Otro, realizado por investigadores de la Universidad de Extremadura, resuelve que ”en la práctica clínica se han obtenido efectos beneficiosos, pero desde el punto de vista de la evidencia científica, no existen estudios de revisión concluyentes”.
Aunque su eficacia es dudosa, no son un timo evidente como aquellas pulseras milagro que llegaron a ser perseguidas por las autoridades de medio mundo, incluida España. Al fin y al cabo, las cintas de kinesio taping son vendas. Y las vendas sí son útiles para múltiples funciones en medicina deportiva. Y no hay que olvidar un factor importante: el efecto placebo es especialmente notable en el ámbito deportivo, con atletas hiperexigidos dispuestos a agarrar cualquier pluma con su trompa, como Dumbo, para convencerse de que son capaces de volar. Lo mismo se ponen las medias del revés, entran a la cancha con el pie derecho, besan una medallita o se ponen un esparadrapo chillón: a ellos les sirve.
Hasta con animales
Por algo Kenzo Kase (y sus imitadores) cobran por sus vendas hasta diez veces más que una venda elástica convencional. Además, los distintos colores de las tiras se inspiran en la cromoterapia o colorterapia, y según la tonalidad ayuda con un enfoque curativo distinto. Y no sólo se gana dinero con las vendas: también con los manuales y vídeos para aprender a usarlas. También con los cursos homologados que dan profesores acreditados por la propia compañía, entre los que está un fisio del Real Madrid. Así se puede argumentar que no se está usando correctamente cuando aparecen resultados negativos más allá de los muros de la compañía.
El problema se agrava cuando, además de no probarse, se exageran sus capacidades, reivindicando que cura desde el dolor de cabeza hasta fascitis plantar. Y no sólo sana a humanos, también cura animales. “En 1987, mi chihuahua fue atacado por un perro más grande. Fue horrible, pero le puse la venda y en tres o cuatro días ya estaba dando saltos por ahí”, contaba el doctor Kase al prestigioso rotativo británico The Observer en 2011. En esa plácida entrevista también contaba que habían usado sus vendas con un flamenco y que, como son resistentes al agua, también servirían en peces: “El único animal al que no ayudaré es a una cucaracha”. La entrevista fue duramente afeada por el defensor del lector debido al escaso espíritu crítico de su autor pero Kase comercializa ahora vendajes para caballos sin el menor pudor.
Los espectaculares cuerpos de las jugadoras de voley playa, los venerados gemelos de Cristiano Ronaldo, ese escaparate humano llamado David Beckham. Un trabajo de marketing de primera clase consiguió colocar estas vendas, con todo tipo de supuestas propiedades beneficiosas, en campos de deportes e incluso piscinas de todo el planeta. Un éxito comercial con pies de barro, si acaso el volumen de ventas dependiera de la verdad científica que respalda los reclamos. “Alivia el dolor. Efecto antiinflamatorio, tónico y relajante. Normalización de la función del músculo. Mejora la circulación de la sangre y de la linfa. Recupera los desajustes de las articulaciones y mejora la propiocepción“, asegura en la versión más comedida y oficial.
Se trata de un vendaje elástico, que se estira hasta un 140% de su longitud original, que funciona al elevar la piel. Básicamente, habría que pegarlo a la piel con el músculo estirado para que al relajarlo la venda genere unos pliegues cutáneos que “aumentan el espacio celular subcutáneo”, “disminuyendo la presión sobre la dermis”, “abriendo los vasos sanguíneos y mejorando la evacuación linfática”, todo según los conceptos usados en los estudios que respaldan sus propiedades. Los primeros, a finales de la década de 1990, y firmados por su inventor: Kenzo Kase, el gurú de los vendajes de colores. Aunque su propia leyenda cuenta que los inventó en la década de 1970, lo cierto es que se puso las pilas con su hallazgo a finales del siglo pasado, blindando en la oficina de patentes de EEUU las características de su venda.
Ha sido después del estallido de popularidad, entre 2008 y 2012, cuando han surgido mayor número de estudios para comprobar si es cierto que mejora el rendimiento deportivo y hace desaparecer dolores en las articulaciones. Como explican en la mayoría de ellos, por ver si merece la pena o si conviene dejar de hacerle perder el tiempo a los fisioterapeutas. La mayoría son poco concluyentes y, aunque algunos reseñan determinadas ventajas puntuales o mínimos beneficios, lo cierto es que cuanto más severo es el estudio más lejos está de probarse un provecho real de su uso. Y es realmente complicado de hacer un diagnóstico global, porque se trata de unas vendas que podrían servir en cualquier músculo, inflamación, tendón o ligamento del cuerpo humano.
Con futbolistas tampoco funciona
El último trabajo que desacredita su utilidad tiene firma española, como gran parte de la literatura médica que se ha interesado por estas vendas, y se ha realizado con deportistas de élite: el equipo de juveniles del Sevilla FC, campeón de España de su categoría. “No tiene sentido usarlo, lo probamos con los jugadores y no sirve, no mejoraban en nada a pesar de que probamos muchas facetas distintas del rendimiento”, resume Moisés de Hoyo, profesor de la Universidad de Sevilla y fisio del equipo andaluz. “Echo de menos conocer el mecanismo fisiológico subyacente que explicaría sus propiedades”, afirma De Hoyo, al recordar que no cuenta ni con evidencia ni con una explicación convincente.
Un repaso sencillo por cualquier buscador de estudios médicos devuelve frases como estas:
“No se ha podido demostrar que incremente la flexión del tronco” (referencia), “ni disminuye ni aumenta la fuerza muscular en atletas no lesionados” (r), “no vale la pena su uso para pacientes con dolor de espalda crónico, en el mejor de los casos estaba por debajo del efecto mínimo clínicamente válido” (r), “ nuestros datos muestran una reducción en la respuesta refleja ante los desequilibrios” (r), “no se recomienda su uso en patologías del hombro” (r), “Kinesio taping puede tener un efecto placebo sobre el dolor” (r).
En los últimos meses se han realizado un par de metaestudios, un repaso serio sobre todo lo publicado. Uno, publicado en Sports Medicine, concluye que hay “pruebas de poca calidad para apoyar su uso sobre otros tipos de vendaje elástico en el tratamiento o la prevención de las lesiones deportivas”. Otro, realizado por investigadores de la Universidad de Extremadura, resuelve que ”en la práctica clínica se han obtenido efectos beneficiosos, pero desde el punto de vista de la evidencia científica, no existen estudios de revisión concluyentes”.
Aunque su eficacia es dudosa, no son un timo evidente como aquellas pulseras milagro que llegaron a ser perseguidas por las autoridades de medio mundo, incluida España. Al fin y al cabo, las cintas de kinesio taping son vendas. Y las vendas sí son útiles para múltiples funciones en medicina deportiva. Y no hay que olvidar un factor importante: el efecto placebo es especialmente notable en el ámbito deportivo, con atletas hiperexigidos dispuestos a agarrar cualquier pluma con su trompa, como Dumbo, para convencerse de que son capaces de volar. Lo mismo se ponen las medias del revés, entran a la cancha con el pie derecho, besan una medallita o se ponen un esparadrapo chillón: a ellos les sirve.
Hasta con animales
Por algo Kenzo Kase (y sus imitadores) cobran por sus vendas hasta diez veces más que una venda elástica convencional. Además, los distintos colores de las tiras se inspiran en la cromoterapia o colorterapia, y según la tonalidad ayuda con un enfoque curativo distinto. Y no sólo se gana dinero con las vendas: también con los manuales y vídeos para aprender a usarlas. También con los cursos homologados que dan profesores acreditados por la propia compañía, entre los que está un fisio del Real Madrid. Así se puede argumentar que no se está usando correctamente cuando aparecen resultados negativos más allá de los muros de la compañía.
El problema se agrava cuando, además de no probarse, se exageran sus capacidades, reivindicando que cura desde el dolor de cabeza hasta fascitis plantar. Y no sólo sana a humanos, también cura animales. “En 1987, mi chihuahua fue atacado por un perro más grande. Fue horrible, pero le puse la venda y en tres o cuatro días ya estaba dando saltos por ahí”, contaba el doctor Kase al prestigioso rotativo británico The Observer en 2011. En esa plácida entrevista también contaba que habían usado sus vendas con un flamenco y que, como son resistentes al agua, también servirían en peces: “El único animal al que no ayudaré es a una cucaracha”. La entrevista fue duramente afeada por el defensor del lector debido al escaso espíritu crítico de su autor pero Kase comercializa ahora vendajes para caballos sin el menor pudor.
Las tiritas nasales que también triunfaron sin base científica
Antes de las vendas de kinesio taping y las ridículas Power Balance, triunfó otro producto que mezclaba marketing y supuestas propiedades beneficiosas para el rendimiento deportivo. Eran las tiritas nasales, que afirmaban ayudar a respirar mejor y a recuperar más oxígeno sin esfuerzo. Su primer éxito fue en la SuperBowl de 1994 pero estalló globalmente, y no por casualidad, en 1996: coincidían la Eurocopa de Inglaterra y los Juegos Olímpicos de Atlanta. Todos los deportistas, de todas las disciplinas, las usaban. Se agotaron en todas las farmacias y tiendas autorizadas. CNS, la compañía que lanzó el producto original, una tirita con alambres que abre las aletas nasales, facturó 86 millones de dólares ese año.
Varios estudios señalaron que, si servían para algo, desde luego no era para mejorar el rendimiento de deportistas de élite que, en muchos casos, respiran por la boca. “Los resultados a los que llegan la mayoría de las investigaciones pueden haber estado influenciados por el efecto placebo”, concluía un estudio español, que negaba su valor para los atletas y acaso lo recomendaba para personas asmáticas. Parecidas conclusiones se obtuvieron en todo el mundo. Aun así, importantes deportistas, como Neymar, siguen luciéndolas. En 2006, la farmaceútica GlaxoSmithKline pagó 566 millones de dólares por CNS y sus tiritas Breathe Right.
Varios estudios señalaron que, si servían para algo, desde luego no era para mejorar el rendimiento de deportistas de élite que, en muchos casos, respiran por la boca. “Los resultados a los que llegan la mayoría de las investigaciones pueden haber estado influenciados por el efecto placebo”, concluía un estudio español, que negaba su valor para los atletas y acaso lo recomendaba para personas asmáticas. Parecidas conclusiones se obtuvieron en todo el mundo. Aun así, importantes deportistas, como Neymar, siguen luciéndolas. En 2006, la farmaceútica GlaxoSmithKline pagó 566 millones de dólares por CNS y sus tiritas Breathe Right.