Un equipo de astrónomos sugiere que una estrella con 1.300 veces el diámetro del Sol podría convertirse en breve en una supernova. Junto a la hipergigante se ha descubierto un astro menor que podría ser determinante en su evolución.
V766 Centauri, que se puede observar a simple vista en la constelación del Centauro, está vieja. Las estrellas son unos inmensos reactores termonucleares con una fuerza gravitatoria enorme. Su vida es una lucha permanente entre la gravedad que las hace contraerse y la energía de fusión nuclear que evita que colapsen. Cuando el combustible de hidrógeno del centro de la estrella se empieza a agotar, otros materiales comienzan a fusionarse en la cáscara que rodea a ese núcleo, aumentando su tamaño y cambiando su aspecto. La hipergigante amarilla se encuentra en ese punto.
Olivier Chesneau, investigador del Observatorio de la Costa Azul en Niza (Francia), explica que V766 Centauri estaría en un periodo muy inestable, pasando de haber sido una estrella supergigante roja y transformándose en una supergigante azul. “Cuanto más grande es una estrella, más inestable es”, señala. En sus estertores de vejez, la estrella está lanzando cantidades ingentes de materiales al espacio, creciendo y enfriándose, y podría perder la misma masa del Sol en un solo año. Todos estos desechos de la quema del astro forman una gran atmósfera a su alrededor que ha ayudado a ocultar un secreto.
V766 ya sería peculiar por sí misma, de hecho, dado lo violento de su estado y el poco tiempo que permanecen en él, solo se conoce una docena de estrellas similares en nuestra galaxia. Sin embargo, gracias al telescopio VLTI (Very Large Telescope Interferometer), Chesnau y su equipo han descubierto algo aún más sorprendente. Junto a la hipergigante amarilla, tan cerca que está arropada por su viento solar, se encuentra otra estrella, más pequeña y estable, que aún consume hidrógeno. Ambas estrellas formaron un sistema doble en el pasado, con la una girando en torno a la otra sin mayores sobresaltos mientras V766 aún era una estrella “normal”. Sin embargo, desde que se convirtió en una supergigante, todo se ha acelerado y además la pequeña no está ayudando a la estabilidad de la pareja.
La estrella menor puede hacer estallar a la mayor
Los astrónomos creen que la presencia de la estrella menor puede ser clave en la evolución de la mayor, condicionando su velocidad de rotación o arrancándole sus capas superficiales y recibiendo parte de la masa que pierde. De hecho, consideran que la presencia de otras estrellas menores junto a las supergigantes, muy difíciles de ver porque los telescopios quedan cegados por el brillo del astro mayor, podrían ser fundamentales en la evolución de otros gigantes como V766.
No se sabe exactamente cuál puede ser el futuro de este dúo cósmico, pero hay posibilidades de que acabe con un gran estallido. Chesnau sugiere que V766 está en un periodo de transformación para convertirse en una supergigante azul, pero dada su inestabilidad es posible que nunca complete esa metamorfosis. “Pronto, dentro de entre 10.000 y 60.000 años, podría explotar y convertirse en una supernova”, indica el autor principal del estudio, que se publicará en la revista Astronomy & Astrophysics. Entonces, agotado su combustible y abrumada por el peso de la gravedad, se contraería violentamente liberando una gran cantidad de energía en muy poco tiempo. Por unos días, la estrella se despediría convirtiéndose en uno de los objetos más brillantes del firmamento.
V766 Centauri, en el centro, es una de las diez estrellas más grandes que se conocen / ESO/Digitized Sky Survey 2
(Daniel Mediavilla / Materia).- Desde el cerro Paranal, en un observatorio construido a 2.600 metros de altura en el chileno desierto de Atacama, un equipo de astrónomos ha descubierto una bomba a punto de estallar. Se trata de la estrella V766 Centauri, un astro con un diámetro 1.300 veces mayor que el del Sol y un millón de veces más brillante que nuestra estrella. Este monstruo cósmico es lo que se conoce como una hipergigante amarilla y se encuentra entre las diez estrellas más grandes que se conocen.V766 Centauri, que se puede observar a simple vista en la constelación del Centauro, está vieja. Las estrellas son unos inmensos reactores termonucleares con una fuerza gravitatoria enorme. Su vida es una lucha permanente entre la gravedad que las hace contraerse y la energía de fusión nuclear que evita que colapsen. Cuando el combustible de hidrógeno del centro de la estrella se empieza a agotar, otros materiales comienzan a fusionarse en la cáscara que rodea a ese núcleo, aumentando su tamaño y cambiando su aspecto. La hipergigante amarilla se encuentra en ese punto.
Olivier Chesneau, investigador del Observatorio de la Costa Azul en Niza (Francia), explica que V766 Centauri estaría en un periodo muy inestable, pasando de haber sido una estrella supergigante roja y transformándose en una supergigante azul. “Cuanto más grande es una estrella, más inestable es”, señala. En sus estertores de vejez, la estrella está lanzando cantidades ingentes de materiales al espacio, creciendo y enfriándose, y podría perder la misma masa del Sol en un solo año. Todos estos desechos de la quema del astro forman una gran atmósfera a su alrededor que ha ayudado a ocultar un secreto.
Antes de que V766 se
convirtiese en hipergigante,
orbitaba en pareja como
estrella normal junto a
otra estrella parecida
La estrella menor puede hacer estallar a la mayor
Los astrónomos creen que la presencia de la estrella menor puede ser clave en la evolución de la mayor, condicionando su velocidad de rotación o arrancándole sus capas superficiales y recibiendo parte de la masa que pierde. De hecho, consideran que la presencia de otras estrellas menores junto a las supergigantes, muy difíciles de ver porque los telescopios quedan cegados por el brillo del astro mayor, podrían ser fundamentales en la evolución de otros gigantes como V766.
No se sabe exactamente cuál puede ser el futuro de este dúo cósmico, pero hay posibilidades de que acabe con un gran estallido. Chesnau sugiere que V766 está en un periodo de transformación para convertirse en una supergigante azul, pero dada su inestabilidad es posible que nunca complete esa metamorfosis. “Pronto, dentro de entre 10.000 y 60.000 años, podría explotar y convertirse en una supernova”, indica el autor principal del estudio, que se publicará en la revista Astronomy & Astrophysics. Entonces, agotado su combustible y abrumada por el peso de la gravedad, se contraería violentamente liberando una gran cantidad de energía en muy poco tiempo. Por unos días, la estrella se despediría convirtiéndose en uno de los objetos más brillantes del firmamento.