México, D.F.- El “Boom”, que en los años 60 y 70 logró poner el mapa literario a una pléyade de autores latinoamericanos, perdió hoy al penúltimo de sus más grandes exponentes, el colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014), quien tenía unos 50 años de radicar en México.
El ganador del Premio Nobel de Literatura 1982 fue uno de los escritores que desafiaron los convencionalismos establecidos en las letras de esa zona del mundo, con obras experimentales de agudo enfoque político debido a la situación general de América Latina, en la década de 1960.
Como Julio Cortázar (Argentino), Carlos Fuentes (México) y Mario Vargas Llosa (Perú), Gabriel García Márquez (Colombia) fue uno de los autores a los que se debe el llamado “Boom de la literatura latinoamericana”.
El escritor Gabriel García Márquez, quien nació en Aracataca, Colombia el 6 de marzo de 1927, trascendió como uno de los iniciadores y de los más representativos de este movimiento literario.
“Gabo”, como cariñosamente se le llamada al escritor, fue uno de los autores que “guisaron” lentamente la nueva narrativa latinoamericana con el realismo mágico, y cuento fantástico y metafísico, y álgida crítica social que se dejó ver en Argentina (Jorge Luis Borges), Cuba (Alejo Carpentier), Ecuador (Jorge Icaza), Guatemala (Miguel Angel Asturias), Uruguay (Juan Carlos Onetti) y Venezuela (Arturo Uslar Pietri); en México destacaron además Juan Rulfo y Juan José Arreola.
Sin embargo, dentro de ese “Boom” hay nombres que habitualmente se citan como los más representativos. El género más trabajado es la narrativa corta en novela y cuento. Por eso el argentino Julio Cortázar, el chileno José Donoso, el brasileño Jorge Amado, el colombiano Gabriel García Márquez, el cubano José Lezama Lima, el mexicano Carlos Fuentes, el paraguayo Augusto Roa Bastos y el peruano Mario Vargas Llosa son, por lo suyo, los emblemáticos.
Hablar de literatura latinoamericana es hablar del “Boom”, movimiento literario y editorial que a la fecha no ha terminado del todo.
Autores como Vargas Llosa, García Márquez y Carlos Fuentes son tal vez los más famosos dentro de este movimiento, y aunque la mayoría de los críticos sostiene que el “Boom” nació en algún momento de 1960, nadie puede decir a ciencia cierta cuál título fue el primero dentro de este muy famoso “Boom”.
Hay voces que se levantan a favor de que “Rayuela”, de Julio Cortázar, marcó el inicio de ese movimiento agitado; para otros se trata de “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa, mientras que para algunos más, la novela pionera es “Hijo de hombre”, de Augusto Roa Bastos.
Curiosamente, hay quienes se van hacia atrás, y en 1949 dicen que es “Hombres de maíz”, de Miguel Angel Asturias, es el texto que por mucho merece ser considerado el padre del citado “Boom”.
No obstante, esta última propuesta podría caer estrepitósamente, pues se sabe que el “Boom” latinoamericano, como fenómeno editorial y literario, tiene dos características ineludibles; la primera de éstas es que surgió entre los años 1960 y 1970 del Siglo XX, y la otra, que engloba el trabajo literario de un puñado de jóvenes autores de cuentos y novelas cuyos libros fueron distribuidos alrededor del mundo de manera rápida y exitosa, “granjeándoles” fama, reconocimiento y hasta fortuna.
Las novelas publicadas desde el inicio del “Boom” tienen como característica común las diversas innovaciones de carácter técnico en su narrativa, como el llamado realismo mágico y lo real maravilloso.
Todo eso ayudó de manera sustancial al auge y desarrollo de la individualidad de cada uno de los autores y, más que eso, propició que la imaginación de ellos, hasta antes de los años 60 en aparente siesta, despertara de manera fresca, original y muy atractiva.
En los albores de los años 80 se comenzó a hablar del ocaso del “Boom” de la literatura latinoamericana para dar paso a lo que algunos críticos y estudiosos del tema han dado por llamar “Post-Boom”, en el que inscriben a autores nacidos en los años 40, 50 y 60, que a diferencia del periodo anterior, vio nacer a sus escritores en los años 20 y 30, aunque los hubo, y muchos, de los 10.
En síntesis, se pueden citar obras precursoras del “Boom” a “El Siglo de las Luces”, de Alejo Carpentier; “Alto es el sur”, de Miguel Angel Asturias; “El Aleph”, de Jorge Luis Borges. “El llano en llamas”, de Juan Rulfo, y desde luego a “El Túnel”, de Ernesto Sabato.
Como representantes del “Boom”, a “El Charleston”, de José Donoso; “Rayuela”, de Julio Cortázar; “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez; “Aventuras sigilosas”, José Lezama Lima; “La muerte de Artemio Cruz”, de Carlos Fuentes”; “La muerte y la muerte de Quincas Berro Dagua”, de Jorge Amado; “El Astillero”, de Juan Carlos Onetti; “Tres tristes tigres”, de Guillermo Cabrera Infante; “Hijo de Hombre”, de Augusto Roa Bastos, y “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa.
Finalmente, como representantes del “Post-Boom”, a “Un mundo para Julius”, de Alfredo Bryce Echenique; “Cuentos de Eva Luna”, de Isabel Allende; “La traición de Rita Hayworth”, de Manuel Puig; “Tiro Libre”, de Antonio Skármeta y, “El país de la cola de paja”, de Mario Benedetti.
Notimex
El ganador del Premio Nobel de Literatura 1982 fue uno de los escritores que desafiaron los convencionalismos establecidos en las letras de esa zona del mundo, con obras experimentales de agudo enfoque político debido a la situación general de América Latina, en la década de 1960.
Como Julio Cortázar (Argentino), Carlos Fuentes (México) y Mario Vargas Llosa (Perú), Gabriel García Márquez (Colombia) fue uno de los autores a los que se debe el llamado “Boom de la literatura latinoamericana”.
El escritor Gabriel García Márquez, quien nació en Aracataca, Colombia el 6 de marzo de 1927, trascendió como uno de los iniciadores y de los más representativos de este movimiento literario.
“Gabo”, como cariñosamente se le llamada al escritor, fue uno de los autores que “guisaron” lentamente la nueva narrativa latinoamericana con el realismo mágico, y cuento fantástico y metafísico, y álgida crítica social que se dejó ver en Argentina (Jorge Luis Borges), Cuba (Alejo Carpentier), Ecuador (Jorge Icaza), Guatemala (Miguel Angel Asturias), Uruguay (Juan Carlos Onetti) y Venezuela (Arturo Uslar Pietri); en México destacaron además Juan Rulfo y Juan José Arreola.
Sin embargo, dentro de ese “Boom” hay nombres que habitualmente se citan como los más representativos. El género más trabajado es la narrativa corta en novela y cuento. Por eso el argentino Julio Cortázar, el chileno José Donoso, el brasileño Jorge Amado, el colombiano Gabriel García Márquez, el cubano José Lezama Lima, el mexicano Carlos Fuentes, el paraguayo Augusto Roa Bastos y el peruano Mario Vargas Llosa son, por lo suyo, los emblemáticos.
Hablar de literatura latinoamericana es hablar del “Boom”, movimiento literario y editorial que a la fecha no ha terminado del todo.
Autores como Vargas Llosa, García Márquez y Carlos Fuentes son tal vez los más famosos dentro de este movimiento, y aunque la mayoría de los críticos sostiene que el “Boom” nació en algún momento de 1960, nadie puede decir a ciencia cierta cuál título fue el primero dentro de este muy famoso “Boom”.
Hay voces que se levantan a favor de que “Rayuela”, de Julio Cortázar, marcó el inicio de ese movimiento agitado; para otros se trata de “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa, mientras que para algunos más, la novela pionera es “Hijo de hombre”, de Augusto Roa Bastos.
Curiosamente, hay quienes se van hacia atrás, y en 1949 dicen que es “Hombres de maíz”, de Miguel Angel Asturias, es el texto que por mucho merece ser considerado el padre del citado “Boom”.
No obstante, esta última propuesta podría caer estrepitósamente, pues se sabe que el “Boom” latinoamericano, como fenómeno editorial y literario, tiene dos características ineludibles; la primera de éstas es que surgió entre los años 1960 y 1970 del Siglo XX, y la otra, que engloba el trabajo literario de un puñado de jóvenes autores de cuentos y novelas cuyos libros fueron distribuidos alrededor del mundo de manera rápida y exitosa, “granjeándoles” fama, reconocimiento y hasta fortuna.
Las novelas publicadas desde el inicio del “Boom” tienen como característica común las diversas innovaciones de carácter técnico en su narrativa, como el llamado realismo mágico y lo real maravilloso.
Todo eso ayudó de manera sustancial al auge y desarrollo de la individualidad de cada uno de los autores y, más que eso, propició que la imaginación de ellos, hasta antes de los años 60 en aparente siesta, despertara de manera fresca, original y muy atractiva.
En los albores de los años 80 se comenzó a hablar del ocaso del “Boom” de la literatura latinoamericana para dar paso a lo que algunos críticos y estudiosos del tema han dado por llamar “Post-Boom”, en el que inscriben a autores nacidos en los años 40, 50 y 60, que a diferencia del periodo anterior, vio nacer a sus escritores en los años 20 y 30, aunque los hubo, y muchos, de los 10.
En síntesis, se pueden citar obras precursoras del “Boom” a “El Siglo de las Luces”, de Alejo Carpentier; “Alto es el sur”, de Miguel Angel Asturias; “El Aleph”, de Jorge Luis Borges. “El llano en llamas”, de Juan Rulfo, y desde luego a “El Túnel”, de Ernesto Sabato.
Como representantes del “Boom”, a “El Charleston”, de José Donoso; “Rayuela”, de Julio Cortázar; “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez; “Aventuras sigilosas”, José Lezama Lima; “La muerte de Artemio Cruz”, de Carlos Fuentes”; “La muerte y la muerte de Quincas Berro Dagua”, de Jorge Amado; “El Astillero”, de Juan Carlos Onetti; “Tres tristes tigres”, de Guillermo Cabrera Infante; “Hijo de Hombre”, de Augusto Roa Bastos, y “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa.
Finalmente, como representantes del “Post-Boom”, a “Un mundo para Julius”, de Alfredo Bryce Echenique; “Cuentos de Eva Luna”, de Isabel Allende; “La traición de Rita Hayworth”, de Manuel Puig; “Tiro Libre”, de Antonio Skármeta y, “El país de la cola de paja”, de Mario Benedetti.
Notimex