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Cuando el Papa enseñaba a tener buen sexo

Un libro médico atribuido al pontífice medieval Juan XXI daba recetas para mejorar la erección y dar más placer a las mujeres en las relaciones sexuales Un libro médico atribuido al pontífice medieval Juan XXI daba recetas para mejorar la erección y dar más placer a las mujeres en las relaciones sexuales.
Mismo fragmento del 'Tesoro de los Pobres' en dos ediciones (finales del siglo XIII y 1530): "Ite[m] lapis qui invenit[ur] in dextra maxilla salpicis portat[us], facit multa[m] erectione[m] virge" ("Del mismo modo, llevar una piedra en la mejilla derecha produce una gran erección") / Charles Ambrose

(Manuel Ansede / Materia).- Hoy, con el jefe de la Iglesia católica invitando a los jóvenes a valorar la importancia “de la pureza y de la virginidad”, es inconcebible, pero hubo un tiempo en el que el Papa recomendaba untarse el pene con bilis de jabalí para mejorar la erección y aumentar el placer de las mujeres en las relaciones sexuales. Era Pedro Hispano, único médico de formación de los más de 260 hombres que han ocupado el trono papal a lo largo de la historia.

El galeno, nacido en Lisboa alrededor de 1215, fue nombrado Sumo Pontífice en 1276, en Viterbo, una ciudad italiana al norte de Roma en la que se refugiaban los papas huyendo de las intrigas de Roma. Allí adoptó el nombre de Juan XXI. Y, como otros muchos papas, Pedro Hispano duró muy poco. Ocho meses después de su elección, supuestamente, una viga lo aplastó cuando revisaba unas obras en la catedral de Viterbo. Su pontificado, por lo tanto, fue muy corto y no ha pasado a la historia por grandes decisiones eclesiásticas, aunque debieron de ser suficientes, porque el poeta italiano Dante Alighieri lo colocó con los religiosos justos en el cielo de su Divina Comedia.

Pero por lo que pasó a la historia Juan XXI fue por sus libros anteriores, sobre todo el Tesoro de los Pobres, un libro de alrededor de 1270 con recetas para elaborar supuestos medicamentos simples y baratos. El médico recomendaba remedios como “moscas tostadas para personas frenéticas con enfermedades nerviosas” o una mezcla de romero con aceite de oliva, enterrada en estiércol caliente durante 40 días, para generar un “ungüento muy precioso y muy virtuoso”.

Promoción del coito

Para el historiador de la medicina Charles Ambrose, el Tesoro de los Pobres es “digno de atención, ya que contiene dos secciones sobre el coito: una sobre cómo mejorar el acto sexual y otra sobre cómo contener las urgencias sexuales”.

Retrato del Papa Juan XXI
elaborado en el siglo XIX
 / HI
A juicio de Ambrose, de la Universidad de Kentucky (EEUU), “promover el coito parece un tema extraño para un clérigo católico medieval y plantea la cuestión de si esa sección fue añadida por un copista o un editor posterior”. Sin embargo, el propio historiador estadounidense ha examinado un manuscrito muy antiguo del Tesoro de los Pobres y cree tener “la seguridad de que las dos secciones sexuales fueron escritas por Pedro Hispano, probablemente alrededor de 1270”. Ambrose, cuyo trabajo principal es dar clases sobre microbios dañinos, ha publicado su estudio en la revista especializada Journal of Medical Biography.

Una de las secciones del Tesoro, la titulada “De coitu excitando“, constituye una “breve guía sexual sólo para hombres”, según describe Ambrose. En ella, el posteriormente Papa Juan XXI recomendaba una lista de plantas y otras sustancias que podían excitar de manera increíble a los hombres. “Eran el equivalente medieval de Viagra y Cialis, los medicamentos hoy populares para tratar la disfunción eréctil, y pueden explicar en parte la popularidad que tuvo el Tesoro de los Pobres durante varios siglos”, apunta el historiador en su estudio. En otra sección, “De coitu prohibendo“, Pedro Hispano prescribía remedios para aplacar el furor sexual de los hombres que intentaban mantener el celibato.

Hierbas en el recto

En el Tesoro, el futuro Papa ofrecía 17 recetas para mejorar el coito. Comerse los testículos de un tejón era especialmente útil para corregir una libido débil. Ingerir la médula ósea de una pantera prolongaba el apetito sexual. Otra medida implicaba ponerse sobre la tercera vértebra del cuello una piedra sacada de las tripas de un gallo. Y otra hablaba de introducirse hierbas aromáticas en el recto para estimular el coito. Incluso uno de los remedios, untarse en el pene bilis de jabalí, se prescribía para dar más placer a la mujer.

El Papa aconsejaba comer
testículos de tejón y
untarse bilis de jabalí
en el pene para mejorar
el sexo
“Dentro de la moral medieval, esto estaba a la orden del día. No es nada extraño que un Papa formado en el aristotelismo hablara de estos temas, porque el comportamiento sexual se abordaba entonces con bastante libertad. La obsesión por el celibato es un artefacto posterior”, opina el historiador José Pardo, de la Institución Milá y Fontanals (CSIC), que subraya que el Papa español Alejandro VI, cabeza de la Iglesia católica entre 1492 y 1503, tenía a sus hijos viviendo con él.

El propio Ambrose recuerda que la Iglesia católica no adoptó el celibato hasta el año 1123, en el primer Concilio de Letrán, y la obligación se reducía entonces al bajo clero. Y, aun así, no se cumplía, como muestran los sacerdotes y monjas rodeados de amantes y prostitutas que aparecen en el Decamerón, escrito por el humanista italiano Giovanni Boccaccio en 1352. Para la alta jerarquía católica, sin embargo, no se requería esa “virginidad” que hoy pregona el Papa Francisco. Los cardenales, por ejemplo, no tenían por qué ser sacerdotes, así que no estaban obligados por el Concilio de Letrán a respetar el celibato. La ampliación del voto de castidad tardó varios siglos. El Código de Derecho Canónico de 1917 ya afirma que todo cardenal debe ser ordenado sacerdote y, por lo tanto, guardar castidad.

“Muchos eclesiásticos de la Iglesia medieval, no ordenados sacerdotes, se entregaban presumiblemente al coito y por lo tanto hacían de la mejora del acto sexual y del placer un tema médico tan relevante como para que Pedro Hispano lo incluyera en su Tesoro de los Pobres”, cree Ambrose.

Experto en Viagra medieval

El historiador estadounidense recuerda que estas guías médicas medievales iban ganando capítulos con el paso de los siglos. Cada copista, cada editor, podía añadir nuevas páginas. A comienzos del siglo XX, el experto en historia de la ciencia medieval Lynn Thorndike estudió diferentes versiones del Tesoro de los Pobres y señaló que su número de secciones creció desde las 52 de un manuscrito del siglo XIV a las 105 de una edición de 1530. Pero las secciones dedicadas al sexo, sostiene Ambrose, estaban allí desde el principio, escritas por la pluma del futuro Papa Juan XXI.

Estudios basados en otro
libro han puesto en duda
la identidad de Pedro Hispano
El profesor de la Universidad de Kentucky ha analizado el manuscrito más antiguo que se conserva, un documento de finales del siglo XIII custodiado en la espectacular Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford (Reino Unido). Su capítulo 36 lleva por título “Ad coitum excitandum“. En algunas versiones posteriores, esta sección de la Viagra medieval desaparece, quizá por la mojigatería del copista de turno.

Ahora, las dudas estarían en si el autor conocido como Pedro Hispano era realmente el médico que llegó a ser el Papa Juan XXI. El catedrático de Lógica Ángel d’Ors, de la Universidad Complutense de Madrid, sostuvo que Pedro Hispano no era realmente el pontífice, sino un dominico que está enterrado en el convento de Estella, un pueblo navarro en el Camino de Santiago. Sus conclusiones se basaban en el estudio de otro libro de Pedro Hispano, el Tractatus, sobre la lógica aristotélica.

“Es probable que Pedro Hispano fuera el papa, lo que no es tan probable es que fuera el autor del Tesoro de los Pobres”, apunta por su parte el historiador José Pardo. “Es posible que se lo atribuyeran a posteriori, lo que indicaría el prestigio de este señor en estos ámbitos”. El Papa Juan XXI, escribiera o no el Tesoro de los Pobres, habría sido un experto en preparar Viagra medieval para mejorar las erecciones.

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